Silvia Martínez Portí

Silvia Martínez Portí es licenciada en Geología, aunque desde siempre la pintura ha sido algo vocacional, desde hace dos años continúa perfeccionando su aprendizaje es este arte como alumna de la academia.

Para esta segunda exposición en la que participa: “testimonios desde el confinamiento”, intenta plasmar las sensaciones de lo que constituye una realidad añorada difícil de alcanzar durante este período. Esta nueva realidad se traduce en sentimientos metafóricos sobre los estragos de la pandemia, en reflejos de una realidad difusa y en el valor de la música como vehículo de conexión global.

Sigüenza. Óleo sobre lienzo 50 x 50 cm


De cómo don Quijote, Bárbara y Sancho llegaron a Sigüenza, y de los sucesos que allí todos tuvieron, particularmente Sancho, que se vio apretado en la cárcel
En amaneciendo Dios, se despertó don Quijote, que el caos que tenía en su entendimiento y confusión de species de que traía embutida la imaginativa le servían de tan desconcertado despertador, que apenas le dejaban dormir media hora seguida. Púsose, en despertando, en pie, dando gritos a Sancho, que apenas podía despegar los ojos; pero fuele forzoso hacerlo, por la prisa que su amo le daba. Con ella, pues, ensilló a Rocinante y jumento, mientras don Quijote pagaba la cuenta y cena de todos. Hecha esta diligencia y salidos juntos de la posada, se despidieron de don Quijote el ermitaño y Bracamonte, y lo mesmo hicieron también de Sancho Panza, el cual andaba ocupado en subir a Bárbara en una borrica vieja del huésped, que se la alquiló don Quijote hasta Sigüenza, juntamente con una ropa, asimismo vieja, de su mujer, que lo era harto. Y, habiendo caminado los cuatro desta suerte lo más del día, llegaron a la ciudad y se fueron a un mesón, al cual les encaminó su huésped, que les guiaba, entrando en él bien acompañados de muchachos, que iban detrás diciendo a gritos:
-¡Al hombre armado, muchachos, al hombre armado!

Fragmento del capítulo XXIIII

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